Fue la tercera vez que me sentaba en un sillón frente al escenario. Esta vez en el Gran Teatro de Elche, en el patio de butacas fila dos. Una tercera vez que hizo que me entregara de lleno a la historia. A las historias de esta historia que ha hecho un gran ejercicio de memoria a todos los espectadores.
Presas, mujeres con un destino común entre rejas. Desdichas, odio y esa España rota tras la Guerra Civil. Y mujeres, víctimas de la discriminación social, de esa lacra que siempre ha mantenido apartada a la mujer de cualquier esfera social.
Esta obra permite a los espectadores no olvidar. Recordar esa parte de nuestra historia en la que el poder apretaba el gatillo, mataba de desesperación las ideologías, las vidas y las ilusiones de país devastado por pertenecer a uno u otro bando. Y en el que aún hoy, sigue el odio marcando la actualidad política.
Jose Luis Mas, el director, ha querido dignificar a la mujer, la más damnificada en nuestra historia más cercana. Cada historia, protagonista en si misma, mostró la crudeza de cada delito infame. Los malos tratos, el adulterio… Crímenes justificados y duramente castigados, pero a sus víctimas, no a los verdugos. Alguna vez, o de alguna manera habría que hacer justicia. Y en mi opinión, esta obra es visibilizar a la mujer, su historia y su castigo. Pero el público respondió llenando el Gran Teatro.