Conocí a Eli Parres en la Red, en la nube o detrás de la pantalla de mi PC. No recuerdo bien ese momento exacto, ni el tiempo que hacía fuera en la calle. Lo que sí sé es que hubo un algo que, poco a poco, ha ido generando otro algo. Se llama la economía de la conexión, esa necesidad de expandir lo que uno hace con personas afines a tu mundo interior, que termina, inevitablemente saliendo al exterior y que hace que estas cosas ocurran. Hablo del IV Encuentro de amigos GastroElche.
Eli me invitó a este evento que organiza y que reúne a profesionales del mundo gastronómico de la ciudad de Elche y Alicante. Era ya su IV encuentro y a esta cita acudieron más de cincuenta comensales, personajes del mundo del saber y comer bien que se congregaron alrededor de una mesa para compartir experiencias, anécdotas y sensaciones. Pero sobre todo, para crear magia alrededor de algo tan importante como es la comida.
Debo reconocer que mi situación personal y profesional no me había acercado, de momento, a este mundo y mucho menos conocerlo desde dentro. No desde dentro de sus fogones, sino desde dentro de las personas que lo conforman. Y acepté la invitación. Como la que acepta un nuevo reto de conocer a otro gremio, otra forma de entender un plato de comida sobre la mesa: Su historia, su vida, su folclore o su singularidad.
No es fácil para una persona tímida como yo comenzar a relacionarme con los demás, pero tampoco es difícil para otras personas romper el hielo e iniciar una conversación que se cuece a fuego lento y que te permite descubrir nuevos aromas y sabores. Nuevos condimentos para sazonar y nutrir tus conocimientos.
Frente a mí, se sentó el matrimonio formado por África Mirete y Rafael Melero. El no conocernos dio paso a las presentaciones. «Soy cocinero» dijo Rafael , «y yo tengo un blog», dijo ella. Y no fue difícil encontrar el brillo en sus ojos. Ni la pasión en sus palabras cuando describían sus trabajos, su ilusión, esa forma de entender la vida en los entresijos de los fogones o sumergida en las letras de un blog que ha sabido captar, a la perfección, el mundo de los camareros.
Y entre plato y plato, entre arte y arte, las palabras y las conversaciones levitaban entre los asistentes. El murmullo de esos amigos reunidos, apenas me dejaba curiosear entre la singularidad de cada uno. Disimuladamente atrapaba frases que me cultivaban, conversaciones que fascinaban desde la primera palabra y que daban paso a la sorpresa.
Entre bolitas de mozarella, entre cortezas de bacalao, entre gotas de vino blanco que se relevaban contra el camarero atento del Restaurante Carabí conocí a Fernando Canet. Quizás fui la única que no sabía a quién tenía frente a mi o quizás la más agradecida por conseguir empaparme de una sabiduría que fluía y se recreaba en los surcos de una noche dedicada al paladar.
«Hay que tener pasión por lo que se hace» dijo Canet. Y no solo hay que poner la pasión a una forma de vida. Hay que arriesgarse y hacer. Quizás fue una ilusión óptica tener al prestigioso periodista gastronómico frente a mí, reposando su sabiduría y compartiendo, enseñando. Todo en él fue un bálsamo de historias, de emprendimiento, de anécdotas que impregnaron de aroma a los presentes. Sobre todo a mi, que fui sorprendida por cada historia que contaba la persona que tenía frente a mí.
A partir de ayer, del momento que me levanté para despedirme y dejé en la mesa todas las migajas de aquellas historias, sé que todas formaron un todo en esta noche de verano. África Mirete, a camarera bloguera de Mirando al Chef. Fernando Canet, el periodista gastronómico proveedor de Omega 3 al mundo. El cocinero altruista Rafael Melero de La Taberna de Meyos. Patricia Sanz, la chef de La Caseta de Patricia, mujer apasionada que defendía las recetas tradicionales de su familia. Un vendedor de seguros llamado Félix Cardona que tiene un blog de gastronomía de gran prestigio en la zona llamado La gastroteca de Félix. Pepe Ibarra que apostó por hacer conservas con productos autóctonos, como la ñora o el tomate de forma diferente y que ha conseguido llevar sus conservas hasta Japón con Tomachaf, o Eli Parres, esa apasionada de la divulgación gastronómica, a la que gracias a ella, algo cambiará en el mundo de la gastronomía con estos encuentros, con esa necesidad de expandir un hábito como es la comida y sus ingredientes. Porque la ilusión, la experiencia y la divergencia de ideas sobre una mesa no deja a nadie indiferente.
Hola Inma!
Para empezar, darte las gracias por aceptar la invitación al IV Encuentro de Amigos de GastroElche. Como bien dices al principio del artículo, yo también recuerdo las primeras conversaciones On Line que tuvimos, hace prácticamente un año y en las que ya me di cuenta que nos íbamos a entender muy bien…
Haciendo memoria recuerdo que cuando te presenté la página de Facebook GastroElche, me preguntaste que qué eran “Gastro-Eventos”, y te dije que todos aquellos eventos relacionados con la gastronomía como catas, presentaciones de productos, visitas a empresas productoras…, que de momento les daba cobertura a los que me entraban pero que en un futuro quería hacer los míos propios, pues bien, después de ponerme manos a la obra, este es el resultado!
Siempre he pensado que detrás de cada plato, de cada producto, de cada posts…, en definitiva, detrás de cada trabajo bien hecho está lo verdaderamente importante: Las Personas.
Cada persona y la mochila que lleva colgada donde se guardan las vivencias, los aprendizajes, los pensamientos profundos, todo aquello que te marca día tras día, y a las que en muchos casos les faltan herramientas para comunicar al mundo lo que hacen y lo que sienten.
En estos encuentros la gastronomía es la excusa para hablar de las personas, de sus pasiones y sus sueños, de sus expectativas en la vida; y lo que algunos llaman destino, otros suerte, otros casualidad y a mí me gusta llamar CAUSALIDAD, como las piezas de un puzzle todos esos sueños, esas pasiones y esas personas comienzan a encajar de forma perfecta, y este baile se da alrededor de una mesa…
Y es que “si haces lo que tienes que hacer, no puede no pasar lo que tienen que pasar”, y qué puede pasar si compartes una magnífica velada, en un sitio entrañable, rodeada de profesionales y con suculentos manjares sobre la mesa? Nada malo seguro! 😉