Escritor por necesidad, porque en esa búsqueda de obras para la representación, sobre todo en el mundo amateur, siempre cuesta encontrarlas. Y cuando uno es propenso a la creación pues pasa lo que pasa, que se remanga y se pone a «hacer». En este caso a escribir y con el peligro de encontrar en esta nueva faceta una pasión latente: la de escritor.
El camino de los artistas o de quien se deja llevar por el latir de su corazón es así. Y así Tomás tiene que dejar a un lado la dirección teatral para embarcarse ahora en el arte de escribir teatro para otras compañías, y muy bien reconocido. Así, desde la tristeza de sus actrices por decirles adiós y con esas miradas que le suplicaban que no las abandonara, decidió, como regalo para ellas por haberle transmitido esa alegría y esa pasión que él también esconde de sí mismo, crear «Hora de cerrar»
El título ya lo dice todo, o casi todo porque la obra aún transmite mucho más. Un escrito de teatro con mucha crítica social, y con esa fuerza con la que el teatro siempre ha querido visibilizar las injusticias que existen en la calle. Aunque también esta obra es gratitud a quienes siempre han estado bajo su mando de director: Esas cuatro mujeres que, en su nueva edad madura, descubrieron que algo había dentro de ellas. Algo que las hizo despertar y ponerse arriba de un escenario para actuar.
Alicia, Teresa Clara, Teresa Martínez y Emma son las elegidas para representar esta obra dramática con tintes cómicos (esos detalles realistas que son tan duros y que nos provocan carcajadas para poder desahogarte de la cruda realidad). Y también fue elegida una incipiente directora llamada Sonia Sierra, una actriz eldense que fue descubierta por Tomás Ferrando en la obra «Mar de Almendros».
Sonia es actriz y adora el teatro. Tanto que ha querido que forme parte de su vida. Tanto, que ha sacrificado incluso una relación por dedicarse de pleno al arte frente a los escenarios. Algo que sus actrices no pudieron en otros momentos de su vida, si no que eligieron primero sus quehaceres como mujer a nivel social, y muchos años después, re-descubrieron que estar frente a un público representando era su pasión y así lo están haciendo ahora mismo.
Hora de cerrar
La obra ha sido escrita para estas cuatro mujeres concretamente. Y cada una de ellas encarnan un papel muy especial, protagonizan el yo interior que cada uno tiene en la vida y que a veces cuesta sacar a la palestra. Y así lo representan ellas, cada cual poniendo en el papel parte de ellas mismas.
Sinopsis
Una residencia de ancianos en quiebra deja en la calle a tres ancianas después de varios años juntas. Su última noche allí supondrá una despedida amarga y triste. Recuerdos, confesiones, miedos y un sinfín de emociones que trasladarán a las protagonistas a sus mejores y sus peores momentos bajo la temible sombra de la soledad. Un drama con tintes cómicos que habla de la crudeza de la vida, del abandono, del olvido y de la soledad en su más amplio sentido. Una historia tan real como el día a día y tan dura como nuestro propio destino.
Actrices maduras, adolescencia teatral
Alicia Gonzalez Beltrán comenzó como actriz a los tres años mientras se encontraba con su familia exiliada en Argelia. En las venas de Alicia corre también sangre de actrices porque su familia sí se dedicó un tiempo al teatro. Pero tanto ella como su familia en Argelia evolucionaron en otras profesiones y el teatro se quedó en un segundo lado, aunque a la vuelta a España sus hermanos y su padre fundaron La Carátula.
Su mundo familiar la alejó profesionalmente del teatro pero nunca de su afición, al que le ofrecía un gran tiempo de ocio. Más tarde, muchos años después llegó su primer papel como actriz y volvió hacer su sueño realidad de la mano de Tomás y ahora disfruta en primera persona como protagonista, al igual con el resto de compañeras en la obra.
Prácticamente es casi el mismo caso de Teresa Clara García, quien además comparte también experiencia en Argelia pero no coincidiendo en el tiempo. Teresa habla de su abuelo, de quien le contaban que era actor, y a quien sin conocer admira porque comparte con él esta maravillosa pasión por el teatro. Y también fue interceptada por Tomás, primero en clases de baile y después quien la hizo reencontrarse con esa faceta de actriz y sacar hacia fuera el arte de interpretar.
Teresa Martinez Sagasta hace unos años fue a un casting de teatro. De niña le encantaba actuar con sus amigos y sonríe cuando recuerda aquellos momentos. Dice que convocaba a sus amigos y les hacia pagar para ver la obra en la que había ensayado en casa junto con otros amigos.
Cuenta cómo diseñaba los trajes y vestidos para las actuaciones y también los escenarios. Y con lo recaudado después compraban una gran merienda. Por lo que eso de interpretar siempre ha estado ahí. Y cuando la llamaron siendo elegida para ese casting no se lo podía creer.
Dice que no puede agradecer a Tomás todo lo que ha hecho por ella, porque le ha devuelto la vida, al igual que a sus compañeras, la ha hecho vivir una segunda juventud con la interpretación.
La más joven es Emma Antón, quien descubrió también con Tomás que lo suyo era el teatro. Una madre de familia numerosa que tuvo que, como el resto, tomar la decisión, a veces sin saber qué era eso que realmente le gustaba o quería. Cuenta que siempre participó en la escuela en las obras de teatro, que le encantaba. Y siente el mismo agradecimiento que sus compañeras por el escritor de la obra, hasta hace muy poco su director.
Dice qué el fue quien la ayudó a encontrar el teatro y a partir de ahí, siente que es actriz y que no hay barrera que pueda impedirle demostrarlo al mundo, sobre todo ahora, que sus hijos viven sus vidas y ella tiene el tiempo de dedicarse a ello.
La directora las escucha y comenta cómo la diferencia generacional que existe entre ellas y sus actrices hace ver las cosas de otra forma. Ella no quiso «sacrificar» nada y el rumbo de su vida, como ha dicho al principio es este, entre bambalinas, sino que quiso que su pasión sumara y le permitiera crecer con esta pasión.
«La vocación existe» dicen al unísono las cuatro. Pero en aquel momento de sus vidas y siendo mujeres tuvieron que elegir y decidieron otras vidas dedicadas a a sus familias. Ahora, afortunadamente pueden disfrutar de esa llama que llevan dentro o encontrarla y volcarse en ella en estos momentos en que disponen de más tiempo libre para dedicarse y encontrarse con ellas mismas.
Elche, ciudad cultural
Todas coinciden y agradecen el gran apoyo que las instituciones locales brindan a la cultura popular, sobre todo al teatro. Muestra de ello es la gran cantidad de compañías de teatro amateur e independientes que existen en la ciudad. Y esas ayudas se traducen en lugares para ensayar o la gran oferta que existe en los diferentes centros culturales de la ciudad.
«Hora de cerrar» lleva más de la mitad de las entradas vendidas para su inauguración el próximo 6 de abril en La Llotja. Y todo el elenco, incluida la directora, Sonia Sierra, ya sienten ese nerviosismo inconfundible cuando la fecha de estreno se aproxima y apenas quedan días para subirse al escenario. Con doble emoción, una por disfrutar de la representación y otra, con cierta tristeza, de la despedida del que ha sido hasta ahora su director.
Cómplices, miran las actrices a su directora, con ojos de corderitas, y hablan con sus ojos sin emitir palabras. Porque entre ellas ha surgido eso que llaman sororidad, un algo que las ha hecho crecer juntas, crear una complicidad preciosa entre ellas, una fraternidad que seguro que las va a llevar al éxito asegurado. En sus ojos, el brillo se acentúa y le piden a Sonia que siga guiándolas, que siga ayudándolas a vivir este bonito sueño de historias arriba del escenario.
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