Aparadoras

Impulsado por M. José López, ilicitana y madre de 3 hijos. Profesora de Economía en la UMH. Anteriormente ha desempeñado labores de responsabilidad en el ayuntamiento de Elche como concejala de Igualdad, Familia, Mercados y Fondos Europeos.

10 Emoción
9 Enfoque
9 Rigor
10 Sororidad
9.5

Muchos de sus años laborales fueron parte de una economía sumergida. La osadía hizo que pisara el pedal de su máquina de aparar muchos días, muchas noches. No era la única. Por el patio de luz de los edificios era habitual oir el ruido que las máquinas hacian al coser. El olor a cola, a piel y a cocido se mezclaba en muchos hogares. Esos que no sabían qué significaba la palabra economía en negro, y que se ganaban la vida entre envelopes, forros y cortes de zapatos.

Aparadoras

No había contratos, no había seguridad laboral, sólo mujeres cargadas de bolsas transparentes en las cuales se almacenaban zapatos a medio hacer, ordenados por unas muescas que determinaban el número de cada par. Sí había unas mujeres que decidieron cuidar a sus hijos, que necesitaron trabajar y llevar un sueldo a casa. Nadíe les dijo que estaban al otro lado de la ley. Nadie las avisó que aquella torpeza laboral les dejaría en la orilla. Muchas de ellas con enfermedades como la artrosis, nunca reconocidas, porque nunca estuvieron legalmente en el cuerpo de aquellas mujeres, que bajo un flexo de luz daban prespuntes perfectos.

 

Trabajadoras clandestinas que lo hipotecaron todo, creandose manufactureras perfectas, que al principo soñaban con aprender a coser. Muchas de ellas vagan todavía sin tener nada a que aferrarse, ni un trabajo reconocido. Sin años cotizados no hay una pensión que les permita tener una vejez digna. Y sin embargo, yo aún recuerdo la sinfonía del motor de aquella Refrey gris que estaba en ese lugar clandestino que era la galeria de casa. Un lugar al que todavía ocupa, más como una especie de reliquia familiar que como lo que fue una vez: la forma de ayudar a poner una mesa de comida cada día.

Aún existen esas furtivas de la ley, que quizás no lo saben y quizás alguno, de esos de traje y cobarta, les diga que viven por encima de sus posibilidades. Las que evaden contratos a cambio de míseros sueldos que apenas cubren sus necesidades. Aún veo grandes empresas que amenazan con llevarse lo poco que aún conservarmos de la  industria del calzado ilicitana, que poco a poco se ha convertido en comercio, en suculentas negociaciones que dejan a un lado al trabajador y enriquecen al empresario.

Hoy, para muchas mujeres jubiladas ya, ser aparadora ha quedado al margen de sus vidas como un recuerdo triste, con la sensación de que aquellas ilusiones del trabajo cuando iniciaron muy jóvenes, se convirtieron en la sensación de ser esclavas y estar condenadas en su profesión. Ahora, saber coser les ayuda y les permite tener una afición sin más presión, que ver las horas pasar.

 

 

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6 Comments

  • Gracias Inma, me he emocionado leyendo este magnífico recuerdo y homenaje a las aparadoras. Recuerdo a mi madre, a mi tía, a mi abuela… pasar los días delante de la máquina. Cuando terminaba los deberes ayudaba a mi madre a pegar forros, refinar, pasar hebillas, separar la faena por números, hasta dar de cola en una pequeña habitación; o llevaba los sacos de faena para traer más. Esto sucedía en muchísimas casas en los barrios de trabajadores como Carrus, el Toscar, el Plà. Todo el mundo lo sabía, sabían que si no había aparadoras no había calzado, pero a nadie les importaban esas mujeres imprescindibles, solas y sin apoyo (ni a políticos, ni a empresarios…)Y a día de hoy,en 2016, que todos somos muy europeos y muy luchadores contra las injusticias sociales y laborales , jajajaja (me río por no llorar), las aparadoras siguen sin importarles.

  • Hola ,estoy totalmente de acuerdo con lo escrito en el articulo y el comentario anterior,soy una aparadora de Elda,y la verdad es que no nos valoran el trabajo que realizamos .Actualmente trabajo en un taller de aparado,pues las grandes empresas cada vez tienen menos aparadoras dentro de la fabrica y pagan a los talleres para que tengan a las aparadoras ,sin importarles ,lo que en los talleres se paga por el trabajo realizado,y los contratos que hacen ,son de pena .Te hacen un contrato de media jornada pero haces la jornada entera ,no les basta con esto que te dan de baja y de alta a placer del jefe,sobre todo cuando hay fiestas de por medio. Hay mucho que contar pero necesitaria una pagina para mi sola un saludo para todas las que realizais este trabajo pues asi conocemos mas historias.

  • Todos somos culpables de eso, porque si tu no te valoras nadie lo hará NUNCA, si no sales a la calle y peleas por lo que quieres por tus derechos nunca los tendrás ni tu ni tus hijos, si cobras el paro y trabajas en tu casa no te haces un favor, es pan para hoy y hambre para mañana, todos hemos contribuido a eso y eso tenemos , conseguir que las aparadoras se unieran fué en su dia imposible, recuerdo que se hizo hace muchos años un intento, pero pocas se molestaron en ir a una huelga general, las prioridades siempre sirven de escusa, y los lamentos son continuos , para tener reconocimiento tiene que haber algún sacrificio, nadie mira hacia el futuro cuando tiene dos sueldos en casa, en este trabajo no existe la camaraderia, si alguien saca la cara e intenta luchar por el reconocimiento a la profesionalidad le dan la espalda todas las compañeras de trabajo, por MIEDO, absurdo porque cuando hay unidad se consiguen los objetivos, en fin,… esto no cambiará nunca

  • Al final siempre ganan los mismos,no valoran nuestro trabajo,esmero,ni amor por nuestra profesión!!…,todo es exigir calidad,pero obligaciones pocas.Concretando,en Elda mucho se habla de la gran calidad de las marcas que trabajamos,que todas las famosas calzan tales marcas…pero a las trabajadoras nada de nada.Cada vez mas talleres quitándole «quebraderos de cabeza» y responsabilidades a las fábricas las cuales no las asumen ellos (los talleres),asì están enriquecièndose todos,c ada vez ganamos menos,los precios son de verguenza por que el zapato pasa por demasiadas manos y las que verdaderamente tenemos el arte en las nuestras aqui nos encontramos intentando buscar otras salidas aunque nos duela el alma abandonar el zapato.

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